En la medida en que un emprendimiento crece, sus problemas y las complejidades inherentes al mismo, también crecen.
En el inicio, el emprendimiento que despega busca facturar, hacerse de los primero clientes, ponerse en movimiento. Con el tiempo, si todo sale bien, los problemas vendrán dados por reducir costos, mejorar los productos, ganar mercados, etc.
En todo momento, sobre todo en la tapa de expansión, el emprendedor deberá tener en cuenta dos aliados esenciales: el abogado y el contador.
Aliados del emprendimiento |
Cuando el nivel de actividad se pone interesante, es muy probable que el emprendimiento esté en el ojo del fisco. Es decir, cuando la facturación alcanza un punto en el que el emprendimiento requiere de una estructura impositiva más compleja (inscripción en ganancias, IVA, etc.) se hace completamente necesario contar con la experiencia de los profesionales mencionados. En este punto hay que ser extremadamente cuidadosos, ya que la mayoría de las personas conocen al menos un abogado y un contador, que en general terminan siendo elegidos para ser el apoyo del emprendedor. Aunque tener amistad con ambos profesionales es muy beneficioso en algunos aspectos, estimo que no debe perderse de vista que acudimos a ellos por su competencia técnica y no por amistad. Las personas recién recibidas o con poco tiempo ejerciendo de manera autónoma la profesión legal o contable, no siempre tienen conocimiento de todos los procedimientos, de los atajos, de los contactos y de aquellas cosas que pueden o no pueden hacerse sin estar al margen de la ley.
Por esta razón, es recomendable que esta elección se haga a conciencia, conversando con diferentes profesionales, con emprendedores y empresarios con varios años de actividad y (esta es mi opción favorita) pedir consejo a profesionales en los que confiamos pero que no pueden atendernos por alguna razón (incompatibilidad, falta de tiempo, etc.)