El área de Recursos Humanos (ya sea interna o externa a la empresa) está abocada a atender el grupo humano que trabaja dentro de la empresa. Lo curioso es que, la mayoría de las veces, la dirección de la empresa no siempre está contemplada en el plan de Recursos Humanos. Tanto en micro empresas como en pequeñas empresas, nadie está atendiendo a la soledad del líder.
Quienes hayan tenido la oportunidad de armar una empresa o dirigir un equipo de trabajo, saben de lo que hablamos. Al principio, todo parece a una travesía. Se marca el rumbo, se ajustan las velas y la nave apunta con su proa al destino. Los primeros desafíos son excitantes, se solucionan con algunas horas más de trabajo y la anécdota es parte del folklore. Se agregan colaboradores, el equipo se agranda y el viaje parece encantador.
Pero llega el desgaste. Llega el día en que, en medio de alta mar, desconfíamos de los instrumentos, cuestionamos el plan trazado, revisamos una y otra vez el mapa y los colaboradores nos resultan desconocidos. Llega ese día en el que nos preguntamos si hicimos bien en embarcarnos en la aventura de crear una empresa.
La soledad del directivo, la soledad del líder, ataca a medida en que avanza el estrés, los resultados esperados no aparecen y se vive en un estado de aparente (o real) estancamiento. La tensión y el agotamiento aqueja a la dirección y se expande en todos los recursos humanos.
¿Qué hace, entonces, una persona que se enfrenta a la soledad del líder?
- Reconocerlo. Si no hay reconocimiento de este estado, es muy difícil hacer algo. Simplemente no hay espacio para maniobrar porque no hay lugar para ver el problema.
- Tomar consciencia de las limitaciones físicas e intelectuales. El sabelotodo es riesgoso para una empresa, más si esa empresa es propia. Pretender trabajar 24 horas en el día y ser un experto en marketing, ventas, operaciones, finanzas y recursos humanos, al mismo tiempo, no solo es ficticio, también es peligroso.
- Buscar ayuda. Una persona agobiada o desbordada no necesariamente es débil, incompetente o falta de inteligencia. Una persona atrapada en la soledad del líder o del directivo es una persona que no hace pie en su día a día y que necesita ayuda para tener una idea concreta de dónde se encuentra parada. La calidad de vida en el trabajo, también es su responsabilidad
- Delegar. Comenzar a delegar suele ser una de las tareas que más resistencia encuentra entre los directivos. Piensan que nadie puede hacerlo por ellos, que nadie lo hace como ellos y que no pueden delegarlo. Lo cierto es que si no pudiesen delegarse las tareas, no exisitirían franquicias, sucursales y empresas multinacionales. Sabemos que se puede delegar. Cómo delegar es materia para otro artículo (y para un curso entero).
Saber que la soledad del líder, del directivo y de todos aquellos que ocupan roles de mando no es propia, tampoco es gran consuelo. Cientos de almas perdidas en altamar no se convierten en un grupo de apoyo mutuo. Este tipo de situaciones pueden derivar en problemas de salud más serios (físicos o psicológicos). La excelente noticia es que, si estás agobiado y leyendo este artículo, todavía estás a tiempo de tomar medidas correctivas.