Uno de los motivos por los cuales se fundó Impulsio está relacionado con el malestar que las personas sufren cuando trabajan. Ser feliz en la empresa, ser feliz incluso en el trabajo, no es una quimera pero, en la práctica, felicidad y trabajo no van de la mano muy seguido.
Nos hemos convertido en personas económicas con la capacidad de soportar mucho malestar en virtud de la estabilidad. “¿A qué te dedicás?”, suele ser una de las primeras preguntas que escuchamos cuando conocemos a alguien. En todas las capacitaciones que realizamos existen participantes que nos cuentan cómo separan su vida de su trabajo. Los problemas del trabajo, dicen, quedan en el trabajo. Pero a medida que avanzamos esta perspectiva se desdibuja y sucede lo que le sucede a la mayoría de las personas: no pueden dividirse en dos. El estrés laboral deriva en conflictos familiares y los problemas familiares afectan al rendimiento laboral. Esto es indistinto para empleados o directivos. La diferencia es que, a estos últimos, también los asecha la soledad del cargo que ocupan.
Sentirse impotente ante un superior mezquino, un socio indolente, un equipo ineficiente, o ante los subordinados apáticos suele ser lo recurrente. Los problemas se parecen y, llamativamente, las respuestas también: “en realidad son épocas”, “lo que pasa es que me sirve el dinero”, “queda cerca de la escuela de mis hijos”, “mi jefe no es tan estúpido”, “tener una empresa me permite darme ciertos lujos”. La trampa suele estar en que las personas priorizan los beneficios económicos por sobre el bienestar personal. Luego de varios años sin cambios, el malestar se vuelve crónico y las alternativas de cambio, nulas. Las personas pierden el eje, olvidan qué mirada los trajo al presente. ¿Cómo llegamos al lugar en el que estamos? ¿Qué deseábamos al comenzar este trabajo? ¿Lo logramos? No importa cuánta evidencia demuestre que mejores condiciones económicas no derivan, necesariamente, en mejores condiciones de existencia. Incluso puede pagarse un costo extra que es, generalmente, emocional y social.
Emprendedores y empresarios
Para emprendedores y empresarios, las circunstancias pueden ser más difíciles. Aunque su posición le otorgue más poder a la hora de cambiar el rumbo, no es sencillo hacerlo. Cuanto más tiempo se está al frente de una empresa, más difícil resulta el cambio.
No es posible plantear en estas líneas los caminos de salida. Convertir el malestar, el agobio y la resignación en estados de ánimos diferentes requiere de conversaciones, coaching ontológico, entrenamiento y más. Lo que sí podemos hacer en estas líneas es contar que el malestar en el trabajo, incluso en la propia empresa, es más común de lo que parece. Revertirlo implica reconocerlo y decidir hacer algo con eso.
Detectar el malestar
¿Y cómo detectamos el malestar si no es tan evidente? Con este ejercicio muy sencillo: si no necesitases el dinero de tu trabajo, ¿irías mañana a trabajar? Si la respuesta es afirmativa, ¡te felicitamos! Ser feliz en la empresa es difícil y es una gran noticia saber que las personas lo logran. Si la respuesta es negativa, bueno, podés conocer nuestros servicios o contactarnos.